Editorial de Generación Romero del 13 de junio de 2020
“Señor, ten en cuenta (…) también el repudio valiente de la justicia de Dios frente a las maquinaciones de la iniquidad, de quienes quieren usar hasta la muerte el dolor de los hombres para sus fines aviesos.”
Homilía de Monseñor Óscar Arnulfo Romero en el funeral del padre Neto Barrera, 29 de noviembre de 1977
Tanto el COVID 19 como las tormentas Amanda y Cristóbal pusieron al descubierto la alta vulnerabilidad social y geográfica en que vive la mayoría de la población salvadoreña. Para muchas comunidades no fue la primera ni será la última vez que hayan sufrido los estragos que ocasiona la desidia institucional.
También hemos podido reconocer, una vez más, la diferencia entre fenómenos naturales y desastres sociales: la tormenta solamente se convierte en desastre cuando encuentra situaciones de alta vulnerabilidad socioambiental, como la ubicación de miles de viviendas en zonas de alto riesgo.
Al parecer, este dato llegó a oídos del gobierno, ya que pudimos observar su sorpresa puesta en escena ante las condiciones de vida de la población más afectada. Han prometido la construcción de 50 nuevas casas en “Nuevo Israel”, una de las comunidades capitalinas más golpeadas. Esperamos que haya la misma disponibilidad cuando se confirme que son centenares y miles de viviendas afectadas en todo el territorio nacional.
La experiencia comunitaria de estas lluvias nos enseña otros datos preocupantes:
- En la mayoría de las comunidades no contamos con comités de protección civil para estar preparados ante eventos naturales y disminuir sus efectos en la población. ¿Qué pasó con tantas capacitaciones en años anteriores para los comités locales de protección civil?
- Luego constatamos una total negligencia e inoperancia de las instituciones encargadas en el manejo de las emergencias, como alcaldías, gobernaciones departamentales y el gobierno central. Ante la ausencia de un auténtico sistema de protección civil, nos preguntamos: ¿por qué desarticularon los protocolos, comités y planes establecidos en el sistema y la ley nacional de protección civil?
- Y cuando sumamos el populismo de alcaldías, gobiernos y partidos políticos que utilizan la emergencia para hacer campaña electorera, entregando migajas a las familias en condición de pobreza, nos indignamos y repudiamos aún más.
Estamos ante “maquinaciones de iniquidad”, tantas veces denunciadas por Moneñor Romero. Frente a este mal mayor, no es suficiente escandalizarse, lo que se requiere es la voluntad política y profética para denunciar tanta desigualdad. Se requiere asumir la responsabilidad compartida de construir una realida inclusiva, justa, equitativa y libre de vulnerabilidades ambientales.
Sin embargo, siempre hay luces en medio de la oscuridad que nos llenan de esperanza: compañeras y hermanos de diversa orientación religiosa o política que se suman a las tareas de evacuación y mitigación. La bondad de personas donando y llevando comida, ropa y medicina a los lugares afectados. Iglesias y organizaciones de base con real cobertura territorial coordinando ayudas y exigiendo a las autoridades que asuman su papel por derecho, no por favores.
Es ahora el momento oportuno para evaluar y fortalecer la organización comunitaria desde adentro, junto los demás actores, adescos y comités de protección civil y exigir nuestros derechos. Porque “en las diversas coyunturas políticas, lo que interesa es el pueblo pobre” (Monseñor Romero, 17 de febrero de 1980).
Movimiento Generación Romero, sábado 13 de junio de 2020.