LAS MUJERES EN PRIMERA FILA

Editorial de Generación Romero del 29 de mayo de 2020

Este es el pensamiento fundamental de mi predicación: nada me importa tanto como la vida humana.

(Monseñor Romero, 16 de marzo de1980)

La pandemia de covid-19 ha mostrado la vulnerabilidad y la precariedad de los diferentes Estados para afrontar situaciones límite. Nos ha mostrado que el sistema de desigualdades existente por largos años es la raíz fundamental de lo que es hoy, una crisis sanitaria, política y humanitaria. El virus ha trastocado el tiempo y ha puesto al mundo en un paro casi completo; sin embargo, la violencia y desprotección a los más vulnerables no ha parado. La violencia hacia los sin voz es una constante y con las medidas de confinamiento para contener el virus se ha vuelto un riesgo inminente.

Recientemente la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA) reveló que la violencia intrafamiliar ha aumentado en un 70 % en comparación al mismo periodo de 2019; durante este aislamiento obligatorio se han registrado 21 feminicidios. Estos datos son alarmantes. Las mujeres en este contexto se encuentran mayormente expuestas a sus agresores. La pandemia hace visible la vulnerabilidad, la precariedad del cumplimiento de leyes y políticas de Estado que deberían proteger a este sector.

Existen muchos mensajes de reconocimiento y gratitud hacia policías, militares y trabajadores del sector salud, quienes se encuentran en “primera línea” frente a la pandemia. Pero olvidamos que, históricamente, son las mujeres quienes están en la primera fila de salvaguarda y cuido de nuestras familias; son las mujeres las eternas tejedoras de hilos comunitarios tan necesarios para la preservación de la vida. Es justo mover nuestro foco, reconocer la doble labor que realizan en este contexto y exigir medidas de emergencia sin violencia hacia las mujeres.

Mientras que la curva de feminicidios aumenta en el país, la curva de contagios por el covid-19 no desciende y pasa a una fase 3. Durante esta semana hemos experimentado una especie de limbo jurídico jamás antes visto en la incipiente democracia salvadoreña. Hemos asistido a una confrontación entre dos poderes del Estado que ralla en lo absurdo.

El Ejecutivo empecinado en una ley que permita seguir utilizando los fondos a discreción, sin acceso a la información y dando muestra de un mal manejo de fondos públicos, como la compra de un medicamento por 575 mil dólares, que luego fue suspendido y desaconsejado por la OMS como tratamiento para el covid-19, ya que causa efectos secundarios e incrementa la cantidad de muertes. Así como la incertidumbre sobre la inversión del hospital temporal de CIFCO sin estudios previos que garantizaran la construcción.

Por otro lado, el Legislativo procura entendimientos entre los diferentes partidos políticos, proponiendo una ley que contempla la reactivación gradual de la economía y la transparencia de los fondos públicos, pero sin alcanzar certezas ni acuerdos concretos.

Adicionalmente, hace más de 60 días el Ejecutivo ha suspendido el trabajo de las Unidades de Acceso a la Información (UAIP), generando una incertidumbre generalizada.  El acceso a la información es un derecho regulado por la ley.

La población necesita certidumbre, información y sobre todo mensajes de esperanza sobre una crisis mundial que afecta a todos los sectores del país. Pero no a todos por igual, las mujeres son un sector fundamental que ha se ha visto golpeado en mayor medida, sobre todo quienes habitan en sectores populares, por quienes Monseñor Romero tuvo una opción preferencial.

Asistimos a un contexto donde parece que hay una “eternización del presente” atravesado por la pandemia mundial. Ampliemos nuestras miradas hacia los sectores más vulnerables y despertemos el sentido de pueblo, como decía Monseñor Romero el 5 de enero de 1978: “¿Qué es pueblo? Pueblo es una comunidad de hombres [y mujeres] donde todos conspiran al bien común”. Conspiremos por la esperanza y levantemos la bandera del bien común, comencemos por reconocer la labor de las mujeres que habitan en nuestra casa y en nuestra comunidad.

Movimiento Generación Romero, sábado 29 de mayo de 2020.